miércoles, 25 de abril de 2007

Los diez mandamientos del aprendizaje


Tal y como se dijo en clase tras la lectura de Ignacio Pedro Municio “Aprendices y maestros”, los verdaderos protagonistas del proceso de enseñanza son los maestros y los del aprendizaje, los alumnos. Pero ¿qué entendemos por aprendizaje?, ¿es una tarea individual?, ¿cómo y cuándo se produce?, ¿qué podemos hacer para fomentarlo, para lograr que sea más significativo?


Podemos definir el aprendizaje como “un cambio relativamente permanente en el conocimiento o en la conducta producido por la experiencia”, Criado, M.J. 2003 (1). Pese a que puede haber aprendizaje únicamente individual, es decir, el aprendiz no necesita de nadie para la adquisición de una serie de conocimientos, lo usual es que el aprendizaje se produzca en interacción con otros, ya sea en un aula, un museo o incluso en un parque.


En el aula la mayoría de los aprendizajes se suelen producir por la acción de un maestro que ha sido formado para ello y, sin embargo, los aprendizajes más significativos son aquellos que se producen entre iguales. ¿A qué se debe esto? Es probable que esto sea así porque los iguales se encuentran en una zona de desarrollo similar, muy próximas entre sí, como explica Vigotsky en su teoría del desarrollo próximo, por lo que los niños más avanzados son capaces e explicar a los menos avanzados de manera que éstos lo entiendan porque ellos mismos pasaron por ese estadio recientemente, mediante el aprendizaje cooperativo entre iguales


Está claro que un profesor nunca podrá estar en una zona de desarrollo próximo equivalente o similar a la de sus alumnos pero esto no impide que pueda ser un docente eficaz y que lo que transmite llegue a ser significativo para sus alumnos. Para lograrlo el autor propone unas tablas de la ley del aprendizaje, que constan de diez mandamientos que se pueden llegar a condensar en dos. Estos mandamientos, dirigidos a los profesores, son calificados pos Claxton como “lo que todos los profesores deberían saber” puesto que evitan que el aprendizaje sea aún más difícil. Por eso, todos aquellos que somos educadores, maestros o psicopedagogos deberíamos tenerlos en cuenta en nuestra práctica diaria, sin olvidar nunca que los verdaderos protagonistas de la escuela no somos nosotros sino nuestros alumnos.



(1) GONZÁLEZ-PÉREZ, J. y CRIADO DEL POZO, M.J. (2003) Psicología de la educación para una enseñanza práctica. Madrid: Editorial CCS.

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